Tuesday, May 30, 2006

Si Haya de la Torre resucitara y viera esto, se volvería a morir, ¿será cierto?

En este post intento colocar en calidad de pregunta la tautología con que nuchos describen a un aprismo venido a menos debido a una presencia negativa de Alan García para el partido de la estrella, y lo hago presentando un fragmento del libro Conversaciones, de Pablo Macera, donde serecopilan una serie de entrevisatas que el Sr. macera hizo a Jorge Basadrea Grohman, quien se extiende sobre su contemporáneo Haya de la Torre.
El segundo testimonio de la época es del anarcosindicalista Carlos Barba, dirigente obrero que participó en la formación de la cultura sindical y de clase obrera en el Perú, quien en una entrevista dada al periódico anarquista peruano La Protesta, dá su versión sobre la participación del fundador del APRA en esta lucha sindical.
No es mi deseo hacer yo mismo un análisi, sino mas bien dejar a que los lectores se formen sus propias conclusiones
Jorge Basadre
PM: Creo que ustedes, como generación, fueron sólidos, arriesgados y optimistas. Me he preguntado a veces cómo comenzaron, cuándo y porque definieron su sensibilidad política.

JB: En lo que a mí atañe, he tenido la desgracia de haber sido, fundamentalmente, un francotirador.
Me parece que la preocupación onda en la intelectualidad por los problemas sociales empezó – y esto es repetir un lugar común – en Mariátegui. … Pero la gravitación de esta clase de actitudes sobre las grandes masas vino con el aprismo. Este fue el aporte político-social de mi generación. Sin embargo, declaro ahora, una vez más, que al aprismo nunca me afilié. Fui opuesto a la reelección de Haya de La Torre como presidente de la Federación de Estudiantes en el año de 1924. Reelección que violaba una norma adoptada en el Congreso del Cuzco de 1920 que él presidió y al cual asistí; acuerdo según el cual sólo se debía ocupar una vez aquel cargo. … Luego vino el movimiento que se llama APRA – Acción Popular Revolucionaria Americana -. Esta entidad pareció al comienzo una liga o cruzada contra el imperialismo norteamericano, un frente único continental. Sin embargo, en 1929 leímos unos volantes aparentemente impresos en Abancay o en otros sitios lejanos, suscritos por sargentos, cabos y otros subalternos de la Fuerza Armada, con el objetivo de exhibir la candidatura de Haya de la Torre, todavía desterrado, a la Presidencia de la República en contra de la nueva reelección de Leguía que debía efectuarse aquel mismo año. Esto me pareció un hecho realmente desagradable. En relación con dicho episodio, se produjo la ruptura entre Haya y Mariátegui; y con José Carlos conversé muchas veces acerca del asunto.
Víctor Raúl, en una de sus cartas al compañero Mendoza que fueron descubiertas en 1932, dijo que se trataba simplemente de una maniobra, especie de cortina de humo tras de la cual debía surgir un plan de carácter subversivo para derribar al régimen de Leguía. Pero ese plan no se llevó a cabo. …
En el proceso electoral de 1931 apareció el PAP – el partido aprista peruano – y yo me decía: si se constituye la Acción Popular Revolucionaria Americana, quiere decir que se trata de una entidad que opta por la vía revolucionaria para la solución de los problemas sociales y políticos no solamente del Perú sino de todo el continente. Entonces ¿cómo aparece de pronto en la vía electoral?. Había una contradicción básica. Entonces, en la creencia de que, por lo menos desde un punto de vista provisorio, experimental, posibilista, dadas las gravísimas circunstancias en que se vivía, en gran parte suscitadas por la depresión económica enorme que surgió en 1929 en EEUU y se proyectó sobre Europa y sobre América del Sur, y en parte también por el tremendo estado en que se hallaba la situación hacendaria y política peruana, creí que lo aconsejable hubiese sido (estábamos todos colocados en un terreno electoral) una candidatura de lo que más tarde se ha llamado Frente Popular, una coalición de ancha base con fuerzas democráticas progresistas diversas en la que el APRA pudiera participar, haciendo su entrenamiento, su aprendizaje, su comienzo dentro de una vía que podríamos llamar legalista; pero no como partido único bajo el lema SEASAP, o sea “solo el aprismo salvará al Perú”, lo cual implicaba el rechazo absoluto y sin apelación de todas las personas y aún de todas las entidades o instituciones que no fueran el aprismo tal como se dio en 1931; y mas aún llevando como candidato a la Presidencia de la República, nuevamente a Haya de la Torre, tal como había ocurrido en 1929, personaje que en ese momento, en 1931, tenía apenas los 35 años requeridos por la Constitución para el ejercicio del alto cargo al cual aspiraba y que había sido deportado siete años antes como Presidente de la Federación de Estudiantes. … Quiero también rendir homenaje a la gente que se inscribió en este partido y siguió leal a él a pesar de todos los sacrificios y pagó duramente este tributo. Creo que es muy distinto el aprismo de una época más cercana, al que llegó a esa increíble alianza con el odriísmo, con lo cual obtuvo el manejo omnímodo del Parlamento, prácticamente el control de una buena porción del Estado entre 1963 y 1965 y de esa manera ayudó a la crisis de las instituciones nominalmente existentes bajo la Constitución de 1933.
Carlos Barba, entrevista de 1971
- ¿Cuál fue su participación en el paro final de las ocho horas?
Es decir, el paro de las ocho horas se preparó por distintos organismos. Esa lucha por las ocho horas es muy antigua, y en otros sitios comenzó mucho antes que en Lima. En Talara hubo movimientos, después en el Callao, en 1913, se conseguía las ocho horas de trabajo. Aquí en Lima no se pudo conseguir porque hubo politiqueros. Así que en todas partes se hablaba de las ocho horas, por aquí, por allá. Había lo que se llamaba la Federación Obrera Local; el hecho es que en la FOL tuvieron mucha intervención Julio Portocarrero, otro de Vitarte, y muchos otros. Dirigentes había en esa época tremendos, y todos estábamos imbuidos por los mismos propósitos. AL final se decretó el paro general como última cuestión por las ocho horas de trabajo. Entonces se reunió a la gente en el parque de los Garifos.
- Don Carlos Barba, creo que me contó una vez que en el momento del paro estuvo detenido.
Exacto. En el cuartel de Santa Catalina; de allí salimos a las 6 de la tarde, y llegué ... Bueno, habíamos tomado el acuerdo que ese día, aprovechando la concurrencia de muchos delegados y de muchas organizaciones que antes nunca habían venido a Lima, sobre todo campesinos, se formara un organismo de la clase trabajadora. Y cuando llegué y supe de la intervención de Haya de la Torre y los otros delegados estudiantiles que habían estado allí, me molesté bastante; ahí fue cuando fui a buscar a Haya de la Torre y o interpelé en la Federación de Estudiantes. El me dijo: “ No, esto no se puede hacer”, “Pero, oiga Ud., le dije, ¿cuándo vamos a poder reunir de nuevo a estos delegados?. Se ha perdido el momento preciso de hacer esto.” Total que el Señor Haya de la Torre desvirtuó este movimiento. Dentro del movimiento, lo que me han contado, porque la asamblea la presidió Gutarra, es que habían reunido a las fuerzas policiales y del ejercito, cañones, ametralladoras y cuanto hay en el parque Neptuno. Nos tenían un miedo tremendo. Y entonces el ministro Augusto Vinelli mandó pedir una comisión para conferenciar sobre la petición de los obreros. Se nombró una comisión y nadie quería ir. Tenían temor, porque estaban las tropas rodeando. Entonces alguien dijo que deberían ir los estudiantes. Allí había ido Haya de la Torre, Bruno Bueno de la Fuente y Valentín Quesada. Dijeron que la fuerza no se atrevería a abusar de ellos; ese fue el motivo de la intervención de Haya de la Torre. De ahí es donde viene la famosa figura que (los apristas) querían dar, de que él tiene algo que ver con la organización de la lucha de las ocho horas. El no tuvo nada que ver con esto. Eso fue hecho por los trabajadores, por los dirigentes obreros y por los agitadores que les llamaban en esa época los del grupo La Protesta y todas esas cosas; esos fueron los que hicieron la jornada de las ocho horas, no el Sr. Haya de la Torre.

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